Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica: el vino que me hizo vivir una noche inolvidable (para bien y para mal)

Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica: un vino tinto que me sorprendió (y me emborrachó)

Hola, soy un aficionado al vino que quiere compartir con vosotros una experiencia que me sorprendió (y me emborrachó). Se trata de la vez que probé el Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica, un vino tinto que me pareció espectacular (y peligroso). Os cuento cómo fue.

Cómo conocí el Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica

Todo empezó hace unos meses, cuando mi novia me regaló por mi cumpleaños un viaje a Murcia. Yo nunca había estado en Murcia, pero me hacía ilusión conocer esa tierra tan desconocida para mí. Mi novia me dijo que había reservado un hotel rural en Jumilla, una zona vinícola famosa por su variedad autóctona: la monastrell. Yo soy un amante del vino, así que me pareció un plan perfecto.

Llegamos a Jumilla un viernes por la tarde, y nos instalamos en el hotel. Era una casa antigua, reformada con mucho gusto, rodeada de viñedos y con una piscina. El dueño nos recibió muy amablemente, y nos invitó a una copa de vino. Nos dijo que se llamaba Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica, y que era uno de los mejores vinos de la zona. Yo no lo conocía, pero me llamó la atención su nombre tan largo y su etiqueta tan elegante.

Cómo caté el Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica

El dueño nos sirvió el vino en unas copas grandes y nos dijo que lo dejáramos respirar un poco. Yo cogí la copa y la observé. El vino tenía un color rojo cereza intenso, con ribetes granates y una capa alta. Era limpio y brillante. Lo acerqué a la nariz y lo olí. Me llegaron aromas intensos y complejos, que me recordaron a frutos rojos maduros, especias, vainilla, tostados, cuero y balsámicos. Era un vino muy expresivo y elegante. Lo llevé a la boca y lo saboreé. Fue entonces cuando me pasó algo sorprendente.

El vino era potente, carnoso y equilibrado, con una buena acidez, unos taninos maduros y un final largo y persistente. Era un vino con personalidad y carácter. Pero lo más sorprendente fue que el vino me gustó mucho. Mucho más de lo que esperaba. Mucho más de lo que debería. Mucho más de lo que era bueno para mí.

Yo no soy un experto en vinos, pero sé apreciar un buen vino cuando lo pruebo. Y este era un buen vino. Un gran vino. Un vino que me hizo sentir cosas que nunca había sentido. Un vino que me hizo olvidar de todo lo demás. Un vino que me hizo querer más.

Cómo bebí el Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica

El caso es que el vino me gustó tanto, que no pude resistirme a pedir otra copa. Y otra más. Y otra más. Y así hasta perder la cuenta. El dueño del hotel nos iba sirviendo el vino con generosidad, mientras nos contaba historias sobre la zona, los viñedos, la bodega y el vino. Yo le escuchaba atentamente, pero también le miraba con agradecimiento, porque me estaba dando a probar uno de los mejores vinos de mi vida.

Mi novia también bebía su vino, pero con más moderación que yo. Ella no es tan aficionada al vino como yo, y además es más prudente y responsable. Ella se dio cuenta de que yo estaba bebiendo demasiado, y me advirtió varias veces de que tuviera cuidado, de que no me pasara, de que al día siguiente íbamos a hacer una excursión. Yo le hacía caso, pero solo por un rato. Luego volvía a caer en la tentación y seguía bebiendo.

Yo estaba disfrutando mucho del vino, pero también estaba cometiendo un error. Un error que me iba a pasar factura. Un error que me iba a hacer sufrir.

Cómo me arrepentí del Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica

Cuando terminamos de beber el vino, nos fuimos a la habitación del hotel. Era ya tarde, y estábamos cansados. Mi novia se durmió enseguida, pero yo no podía dormir. Solo podía sentir el vino en mi cabeza, en mi estómago, en mi cuerpo. Sentía el vino como una bomba que me iba a explotar en cualquier momento. Sentía el vino como un veneno que me iba a matar lentamente.

Me pasé toda la noche en vela, sufriendo los efectos del vino. Los efectos del Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica. Los efectos de mi imprudencia.

Conclusión

El Castillo de San Simón Jumilla 18 meses en barrica es un vino tinto que me sorprendió (y me emborrachó) para siempre. Es un vino que me gustó mucho, mucho más de lo que esperaba. Mucho más de lo que debería. Mucho más de lo que era bueno para mí.

Es un vino que me hizo disfrutar mucho, pero también me hizo sufrir mucho. Es un vino que me hizo reír mucho, pero también me hizo llorar mucho. Es un vino que me hizo vivir mucho, pero también me hizo morir mucho.

Es un vino que no volveré a beber nunca más. O quizás sí. Dado que unos días después me sorprendí con el precio del mismo ... unos 4 euros por botella... Salí de Murcia con varias experiencias y varias cajas de este vino ...

Salud